El refugio en Heredia que recibe animales violados o mutilados – Noticias cr

En Costa Rica, la Ley de Bienestar Animal castiga -en caso de crueldad- a quien ataque directamente a un animal con pena de prisión de tres meses a un año.

Pero aún así, no dejan de ocurrir múltiples y constantes ataques a animales, como los que habitan el refugio Hope Farm (o Granja de la Esperanza), ubicado en Concepción de San Rafael de Heredia.

Johanna Calderón y su hijo, Esteban Guevara, son responsables de la rehabilitación, cuidado y mantenimiento de cerca de 100 animales que han sufrido humillaciones inimaginables.

En una propiedad de dos hectáreas hay perros, gatos, cabras, cerdos y loros. Solían albergar gallinas, pero ya no tienen las condiciones para cuidarlas.

Respecto a la lista de atentados, Calderón enumeró los siguientes:

  • Violada con palos o ramas o incluso con un miembro humano.
  • Atacar con agua caliente o aceite.
  • Mutilación de piernas.
  • Machetes a la cabeza.
  • Pájaros desplumados.
  • Columnas vertebrales rotas con tubos.
  • Cuellos divididos con cadenas.

Dominico: el chivo que fue violado con palos y ramas

Hope Farm nació hace poco más de seis años, luego de un divorcio y otras situaciones personales de Johanna. Ella y su hijo se instalaron en la propiedad y convirtieron una bodega en una cabaña para vivir.

Al poco tiempo comenzaron a llegar animales afligidos, como una cabra a la que llamaron Dominico.

“Dominico se quedó en un potrero en Alajuela. Me llamó una chica y me dijo: ‘Me dicen que tienes un lugar muy grande porque Dominico se quedó’.

Pero la realidad fue mucho peor: «Dominico fue violado durante seis meses con palos, con ramas, con todo lo que puedas imaginar. Y también lo torturaron». dijo Calderón.

El proceso de rehabilitación de aquel chivo no fue fácil, pues debido a los traumatismos y heridas, reaccionó a la defensiva, como si sus cuidadores fueran a atacarlo.

Hoy es un animal que ha logrado bajar sus defensas y vivir rodeado de amor y cuidados.

Pero después de Dominico, llegaron más y más animales, todos atacando ferozmente.

«De un momento a otro vimos perros violados, amputados, cortadas las orejas con tijeras o arrancados un ojo. Los animales son violados como si fueran el pan que se come todos los días.

«Nosotros como familia nunca intentamos nada serio (tener un albergue), pero vimos ese vacío y decidimos acogerlos con nuestras limitaciones económicas, aunque con mucho amor», dijo.

  • Otro caso es el de un loro a quien sus dueños le arrojaron ácido en la cabeza porque hablaba mucho.
  • Un periquito a cuyo dueño le amputaron las patas.
  • Panchito es otra historia triste: un día el dueño del animal se enojó, lo golpeó con un tubo y le rompió la columna.
  • Kiki es una perra que fue golpeada y le rompió la columna. Ha perdido movilidad, gatea y usa pañales porque no controla sus esfínteres.
  • También está Niebla, una perra que fue violada sistemáticamente. Estuvo dos años en el refugio y, según Johanna, murió de un paro cardíaco.

“Pero ella se despidió el día anterior mirando al horizonte y disfrutando con cariño del paisaje y de la propiedad que la albergaba”, afirmó.

Kiki es la perra que usa pañales porque no tiene control intestinal debido a una fractura de columna provocada por una agresión (Foto cortesía/Hope Farm).

De las quejas al apoyo

Pero el inicio y el funcionamiento actual de Hope Farm no fueron fáciles y no están exentos de problemas.

Johanna dijo que varias personas la denunciaron ante el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa): 27 veces, para ser exactos. E incluso acudió a seis juicios.

Afortunadamente en todos salió victoriosa y además agradece al Senasa por el apoyo que le brindó, así como a las doctoras Liza Maduro y Adnallely Rondón, quienes le brindan atención veterinaria gratuita.

Calderón también agradece el interés y apoyo de Kevin Argüello, mejor conocido como el padre de los perros Logan y Luna. Gracias a él, el trabajo de Hope Farm se hizo visible.

De igual forma, dice sentirse agradecida con las personas y empresas que cooperaron con alimentos y vacunas para los 100 animales.

Los desafíos de la granja Hope

Por ello, hace un llamamiento a quienes quieran donar alimentos y vacunas, como las que se administran anualmente (contra la rabia, el moquillo y otras enfermedades).

De hecho, Hope Farm necesita entre ¢500.000 y ¢750.000 para obtener las vacunas anuales de los animales. Cualquier colaboración puede realizarse al número 6210-7404 o al correo electrónico. [email protected].

Y los desafíos no los experimentan sólo los animales. Johanna y su hijo también los enfrentan, pero ella se aferra a su amor por los animales, a su fe y a su hijo, que —dice— es como un ángel.

“Tenemos algo especial que Dios nos ha dado. Todo el trabajo es para Dios y tenemos gente maravillosa porque el año pasado el invierno fue tan fuerte que se llevó uno de los refugios para perros y perdimos la cabaña donde vivimos.

«Entonces, estas personas como Kevin vinieron a ayudar con comida para los animales. Le dije a Kevin que por ahora no puedo reconstruir la cabaña porque no tengo los recursos porque no puede soportar otra lluvia fuerte. Pero que los animales están sanos y salvos», dijo.

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