En la última semana, el volcán Poás ha demostrado una notable reducción en su actividad eruptiva, según señala el Observatorio Volcanológico y Sismológico (Ovsicori). A pesar de esta aparente calma, el volcanólogo Geoffroy Avard subraya que el Coloso es, de hecho, un elemento muy impredecible, portando todavía un considerable potencial de peligro que no debe ser ignorado.
A juicio de Avard, aunque la difusión de material piroclástico ha disminuido, el flujo de gases tóxicos se mantiene en niveles preocupantemente elevados.
«La insacificación sigue siendo extremadamente alta. Los valores de flujo de gas están muy por encima de lo normal para este volcán, mostrando poca variabilidad», indicó el especialista en volcanes.
Además, se están registrando eventos menores, como temblores, en las áreas activas, lo que apunta a la posible presencia de agua en ciertas cavidades. Estos movimientos generan un ruido sutil que el equipo de monitoreo es capaz de captar.
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Riesgo de erupción
Aunque las manifestaciones actuales del volcán Poás parecen ser menos intensas en comparación con explosiones anteriores, no se han detenido por completo. Avard recuerda un estallido significativo que ocurrió el jueves 8 de mayo, alcanzando alturas de varios kilómetros, lo que demuestra que el comportamiento del volcán puede cambiar de manera abrupta.
«A pesar de que la actividad parece más contenida, el volcán sigue mostrando arrebatos altamente explosivos de manera intermitente. El Poás mantiene un potencial considerablemente peligroso», enfatizó el volcanólogo.
En este momento, las autoridades científicas no presentan indicios de que haya suficientes condiciones para reducir el nivel de alerta respecto al fenómeno volcánico, el cual aún representa un riesgo masivo para la región.
Los arrebatos más intensos del año se registraron el 21 y 23 de abril, alcanzando una pluma de ceniza de 4.000 metros. (Archivo/el observador).
Deformación y magma
Un factor que está siendo estrictamente supervisado es la deformación en el área, la cual indica que el volcán continúa recibiendo magma desde profundidades considerables.
«El volcán sigue alimentándose de magma en el interior, lo que significa que existe el potencial de cambios en los próximos días. Es muy probable que podamos observar ciertas modificaciones en su comportamiento», mencionó Avard.
Durante la noche, las cámaras de monitoreo han registrado una intensa luz roja proveniente de las áreas cercanas a las bocas activas. Sin embargo, el especialista aclara que esto no implica la presencia de lava, sino más bien de materiales calientes como rocas o el ardor del azufre.
«No se trata de lava. Son simplemente elementos calientes que emiten luz en el infrarrojo, permitiendo que las cámaras los detecten. Una roca que alcanza los 300 °C es suficiente para generar tal iluminación», explicó.
La lluvia puede agravar
El posible advenimiento de lluvias importantes en las próximas semanas podría interactuar de manera peligrosa con los gases calientes emanados por el volcán.
«Cuando hay precipitaciones significativas, puede ocurrir una interacción con los gases calientes, lo cual puede resultar en evaporación instantánea del agua, provocando potenciales explosiones», alertó Avard.
Dado el elevado flujo de gas y las altas temperaturas, es poco probable que se forme un lago de cráter como en otras ocasiones.
«El volcán tiene la increíble capacidad de evaporar grandes volúmenes de agua», explicó.
En la actualidad, el Volcán Poás sigue bajo un monitoreo exhaustivo por parte de Ovsicori y el Comité Asesor Técnico de Volcanología, a fin de detectar cualquier cambio súbito que pueda constituir un riesgo para las comunidades circundantes.